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La carrera espacial 1ª parte:  Desde los Chinos a la Segunda Guerra Mundial

No se puede iniciar una aproximación a la historia de la conquista del espacio, sin hacer una referencia a los primeros pioneros/visionarios que teorizaron sobre la posibilidad de hacer viajes más allá de nuestro planeta. Tampoco nos podemos olvidar que los orígenes de la exploración espacial, corre paralela a la de la invención de los primeros cohetes militares.

 

Las primeras noticias que se dispone sobre la existencia de cohetes se remontan al siglo XI en la antigua China. Como propulsante usaban la pólvora que ellos mismos inventaron. Durante las batallas buscaban con ellos una función más disuasoria que destructiva.

Marco Polo introdujo la pólvora en Europa durante el siglo XIII la cual ya se usaría para fines militares durante el siglo XIV.

Los primeros cohetes propulsados por pólvora son ya del siglo XIX. Se componían de una cabeza explosiva y de sistemas de estabilización. Durante el resto del siglo XIX los sistemas fueron perfeccionándose consiguiéndose mayores distancias y mayor estabilidad.

 

En este contexto, algunos visionarios ya empezaron a elucubrar en usarlos como medio de elevación de cargas e incluso personas. El propio Julio Verne en 1835 en su novela “de la tierra a la luna” hace uso de una cañón para lanzar el proyectil hacia la Luna.

       

Tres científicos y dos ingenieros son considerados los padres de la astronáutica moderna.

El primero de ellos fue Konstantine Tsiolkovsky (1857-1935) un maestro de escuela rural de Rusia sordo desde los 10 años. Mediante cálculos matemáticos calculó la velocidad de escape de nuestro planeta (aquélla necesaria para poder escapar a la atracción de la Tierra) que es de unos 40.320 Km/h que se reduce a unos 27.500 Km/h si sólo queremos acceder al espacio exterior.

También demostró matemáticamente que los cohetes de propulsión líquida con propergol, hidrógeno y oxigeno, eran más eficaces que los de propulsión sólida en una época en que los cohetes de combustible líquido sólo eran pura teoría. También propuso la idea de hacer los cohetes por etapas que irían desprendiéndose progresivamente de las etapas consumidas. Diseño sobre el papel, toberas, válvulas y mezcladores similares a los que actualmente se usan.

El problema de vivir aislado en Rusia hizo que no pudiera mantener contacto con los otros dos personajes que tanto en Europa como en América empezaban a teorizar  sobre el tema:

 

        Robert Goddard (Worcester Massachussets 1882- Baltimor 1945) profesor de física se  aficionó a la astronáutica después de la lectura del libro “la guerra de los mundos” de H.G. Wells cuando tenía 16 años. No sólo se dedicó a teorizar, sino que también experimentó con cohetes creados por él mismo. Inicialmente propulsados por pólvora y posteriormente con oxígeno líquido y gasolina.

Así Goddard pudo elevar el primer cohete de combustible líquido el 16 de marzo de 1926, en  Auburn (Massachussets). El cohete, al que llamó "Nell" tenía el tamaño de un brazo y se elevó unos 12 metros durante un vuelo de dos segundos y medio. Quizá no parezca mucho, pero demostró con ello que los cohetes de combustible líquido eran posibles.

Suyas son algunas mejoras introducidas en el diseño de cohetes como válvulas, bombas, turbinas. También es suya la idea de utilizar el propio combustible como método refrigerante para la tobera del cohete. Fue también el primero en usar giroscopios en el sistema de guiado del cohete.

Si el aislamiento de Tsiolkovsky estaba forzado por su lugar de residencia, al que padecía Goddard era puramente causado por su difícil personalidad. Goddard era una persona muy reservada y celosa de sus descubrimientos. Así, trabajaba solo y en el más absoluto de los secretismos.

 

        De un carácter muy diferente era la figura que emergía desde Alemania: el físico  Herman Oberth nacido en Sibiu (Transilvana) (1894-1989).

Sus teorías (a diferencia de Goddard él no construyó ningún prototipo) fueros dirigidas al desarrollo de las ecuaciones que regirían el viaje espacial, la idea de usar un cohete  de dos etapas impulsadas por hidrógeno y oxígeno líquidos y el planteamiento del método para enviar a un hombre hacia la Luna.

 

Cuando presentó su tesis doctoral, sus ideas fueros rehusadas por considerarse utópicas. Pero lejos de amedrentarse, las publicó el año 1922 bajo el título de Die Rakete zu den Planetenräumen (Los cohetes hacia el espacio interplanetario). Pronto se convirtió en un “best seller”. Eso favoreció que gente con inquietudes mostraran un interés creciente hacia el nuevo mundo del cohete, creándose incluso diferentes clubes de “los amigos de los cohetes”.

 

        En uno de estos clubes (la sociedad astronáutica de Berlín) del que Oberth era un estrecho colaborador, estaba un tal Wernher Von Braun (1912-1977) el cual pronto destacó como un entusiasta y aventajado alumno de Oberth.

Las actividades de la sociedad astronáutica de Berlín, pronto copan el interés de los militares. No se debe olvidar que a través del tratado de Versalles, Alemania tiene prohibido construir grandes cañones y aviones, pero el tratado no dice nada sobre cohetes. Es en este contexto que los militares se ven atraídos por esta nueva tecnología. Es por ello que encargan a la sociedad astronáutica el proyecto de un cohete capaz de transportar una carga explosiva.

Von Braun se hizo cardo del proyecto y durante el año 1934 ya dispone de un equipo de 80 ingenieros para tal fin. Se asiste al nacimiento de los primeros prototipos de A-1 y A-2. Posteriormente le seguiría el A3 de 6,5 metros y 750 Kg. Éste ya se construye en las nuevas instalaciones de Peenemünde al norte de Berlín en un pequeña isla del Mar Báltico.

Ante los avances conseguidos, pronto se le exige la construcción de un nuevo cohete con mejores prestaciones. Éste debe se capaz de transportar una mayor carga explosiva, tener una mayor autonomía  y presentar una mayor precisión en el impacto. Así empieza el diseño del A-4 capaz de elevar una carga explosiva de 1000Kg lanzada a 350Km de distancia a una velocidad supersónica de 6000 Km/h.

No faltaron los primeros fracasos, hasta poder ver el primer vuelo efectivo del A-4 en octubre de 1942. Pero no es hasta el 7 de septiembre del 1944 que el lanzado por primera vez sobre territorio civil con destino Londres bautizada ya como V-2. Hasta finales de la Segunda Guerra Mundial caen unas 1500 V2 sobre Londres y más de 1000 sobre Amberes.

Con la balanza de la guerra claramente a favor del ejército Aliado, Von Braun y sus ingenieros, piensan en la rendición. Motivados por los rumores sobre el trato que dan a los prisioneros el ejercito ruso, deciden entregarse al americano. Así dentro de la operación “Paperclip” encaminada a la reclusión de los científicos alemanes que pudieran ser utilizados por los Estados Unidos, Von Braun junto a unos 500 científicos de su equipo son deportados a los EUA.

El ejercito americano una vez localizado el complejo de Peenemünde requisa todo el material que les parece útil y lo dinamitan para que no caiga en manos del ejército  ruso. Empieza la guerra fría.

Von Braun ya al servicio de los EUA, se convertirá en pieza clave en el papel que desempeñarán durante toda la carrera espacial.

 

        La figura que Von Braun representa para los alemanas y posteriormente para los americanos, tiene su equivalente ruso en la figura de Sergei Korolev (1970-1966) La historia de Korolev guarda un cierto paralelismo con la de Von Braun. Él también se aficiona a la astronáutica después de conocer a Tsiolkovsky a principios de los años 30. Se inscribe en un club de cohetes en Moscou del que Frederick Tsander era uno de los  miembros destacados. En 1933 hace elevarse el primer cohete ruso con éxito diseñado por Tsander el mismo año de su muerte. Nuevamente el ejército ve en esa nueva tecnología la posibilidad de incrementar su poder bélico. Se asciende a Korolev al  grado de coronel y lo reclutan para trabajar para ellos.

Inicia el diseño de bombas volantes, aviones a reacción, etc... mejorando el conocimiento que posee del motor cohete diseñando el famoso Katyusha además de distintos proyectiles tierra-aire, tierra-tierra, aire-tierra. Pero su más profundo anhelo era la conquista del espacio.

Llega el año 1938 donde en medio de las purgas de Stalin se le recluye en un sharagas (un equivalente de los gulags donde se sustituye el trabajo físico con el científico-intelectual) le acompaña el cabeza del ejercito rojo (quien lo había reclutado años atrás del club de los cohetes) y Tupolev famoso diseñador de aviones. Fuertemente vigilado, Korolev avanza el proyecto espacial soviético.

 

Acabándose la SGM, los rusos camino a Berlín se dirigen a Peenemunde. Pero al llegar ahí y a pesar de que se encuentra en un territorio asignado a ellos a través de los acuerdos con  los americanos, se encuentran las instalaciones totalmente destruidas.

Pero el proyecto ruso del motor cohete estaba lo suficientemente avanzado como para poderse completar con éxito con lo poco que encontraron así como con los conocimientos aportados por los científicos, considerados de segunda, que  “reclutaron”.

 

Ya tenemos entonces a dos equipos trabajando para un  mismo proyecto. Uno está liderado por Von Braun estrechamente vigilado por el ejército americano y recluido en unas instalaciones en White Sands en pleno desierto de Nuevo Méjico y el otro equipo liderado por Korolev y el diseñador de motores Glushko, éstos vigilados por la K.G.B. en  Kapustin Yar a 1000 Km de Moscou en medio de la estepa rusa.

   NOTA: Esta capítilo así como el resto de esta serie, no hubiera sido posible sin la ayuda de los libros: "Historia y Tecnología de la Exploración Espacial" ed. Cockpitstudio y "Houston, Tenemos un Problema" ed. elrompecabezas de Javier Casado y "Hombres en el Espacio. Pasado, presete y futuro" ed. Mc Graw Hill de Luís Ruíz de Gopegui.

                                          

 

 © Copyright Daniel Bosch Portell - 2007