La Apolo XII fue una misión muy parecida a la XI y se
desarrolló sin ningún problema durante el mes de
noviembre del mismo 1969. El lugar de alunizaje se escogió con
el fin de acercarse lo más posible al luger de alunizaje de la
sonda Surveyor 3 enviada tres años antes recogiendo algunos
datos de la misma. Además se aprovechó para dejar una
serie de material científico con el fin de dar un poco de
relevancia científica al viaje.
Decir que no fue
hasta 1967 que al ver que era posible la llegada a la Luna, los
científicos se empezaron a preocupar en qué hacer una vez
allí. Hecho que no quedaba demasiado claro para una
mayoría de los componentes de todo el programa.
El éxito de estas dos misiones tripuladas lunares, dio una
cierta sensación de rutina para las siguientes. Ello
también produjo un descenso rápido de su interés
mediático.
La carrera ya se
había ganado y muchos contribuyentes ya no veían la
justificación para continuar gastando recursos para seguir el
programa lunar. Además, la guerra del Vietnam estaba desviando
gran parte del presupuesto de los EE.UU.
Esta confianza se habría podido pagar muy cara en abril de 1970 con la explosión a bordo de la Apolo XIII.


Una alarma de
presión en uno de los tanques de oxígeno obligó a
la conexión de los calentadores y sacudidores de los tanques.
Esta maniobra tendría que haber hecho "hervir" el oxígeno
solidificado de su interior, generando oxígeno.
Pero en aquel preciso momento se sintió una fuerte sacudida
correspondiente a la explosión del tanque número 2. La
explosión afectó también en el tanque
número 1 del módulo de servicio - sólo lleva tres
3. Fue entonces cuando el piloto del módulo de mando
pronunció la famosa frase de "Houston we have a problem" era el
13 de abril.

Perder el oxígeno no sólo implicaba perder el aire para
respirar, sino también la energía y el agua para los
pilotos, pues éstos se obtenían a partir de reacciones
químicas entre el oxígeno y el hidrógeno.
Todo eso pasaba cuando la nave estaba ya estaba fuera de la trayectoria
de retorno libre por lo que la situación era extremadamente
peligrosa. Con el fin de ahorrar energía, se tuvieron que
desconectar tanto el módulo de servicio como el de mando y se
tuvo que utilizar el Lunar -preparado sólo para dos ocupantes-
como bote salvavidas. En tierra se trabajó frenéticamente
con el fin de encontrar alguna solución.
La primera decisión a tomar era la de definir cuál
sería la trayectoria más segura para devolver la
estropeada nave a la Tierra -la misión hacia la Luna se daba ya
por perdida. El pequeño módulo lunar no tenía un
motor lo suficientemente potente como para detener la trayectoria
actual y colocar la nave en una de retorno directo. Quedaba pues
únicamente la posibilidad de hacer un retorno a través de
una órbita alrededor de la Luna. Eso implicaba que los
astronautas tendrían que sufrir unas condiciones extremas por
falta de luz, calefacción y agua durante los 4 días que
implicaba tal decisión.
Todo eso queda muy bien reflejado en la película Apolo 13.

Lo que allí
se comenta del problema con los filtros de CO2 es del todo
verídico así como la necesidad de construir un acoplador
con el fin de aprovechar los filtros cuadrados del inservible
módulo de mando con el fin de poder acoplarlos con los redondos
del módulo lunar.

Esta trayectoria requirió poner en marcha el motor de la etapa
de descenso del módulo lunar para dirigir la nave en una
órbita en torno a la Luna. Una vez allí, se tuvo que
poner en marcha una segunda vez con el fin de tomar la órbita de
retorno hacia la Tierra. Estaba claro que aquel motor no se
diseñó para hacer eso, pero era lo único que se
podía hacer. El resto de la misión transcurrió en
unas lamentables condiciones pero finalmente los tres astronautas
pudieron volver a pisar la Tierra sanos y salvos.
En el libro de Javier Casado "Houston tenemos un problema" explica con detalles las causas de este accidente.
Como muchas cosas en esta vida fue el fruto de una serie de casualidades y para que no decirlo, de incompetencias en cadena.
Hay que saber primeramente que los tanques de oxígeno se
habían diseñado y fabricado para funcionar a los 28
voltios que era el estándar de la Nave Apolo. Pero
posteriormente se hicieron una serie de modificaciones con el fin de
poder funcionar a los 65 voltios de las instalaciones del centro
espacial Kennedy. En esta modificación se dejaron de proteger
los interruptores del termostato de los tanques que se encargaban de
cortar la corriente cuando el interior del tanque alcanzaba una
determinada temperatura. Eso ya podría haber causado un problema
pero se sumó uno segundo hecho.
El tanque número 2 que montaba el Apolo XIII provenía del
Apollo X. Y qué hacía en el Apolo XIII?. Pues mientras
preparaban el Apolo X este tanque sufrió una caída desde
unos insignificantes 5 centímetros. Para la misión X, se
sustituyó por uno nuevo mientras retiraban el tanque accidentado
y lo sometían a una serie de comprobaciones. Éstas
concluyeron que no le había pasado nada y por lo tanto se
utilizó en el XIII -no se trataba de ir tirando material- pero
no fue así. En la caída se aplastó parcialmente
uno de los tubos de drenaje del oxígeno del tanque. Eso
provocó que en unas de las diferentes pruebas del tanque, no se
acabara de vaciar de forma completa. Para vaciarlo, se optó por
poner en marcha los calentadores. El oxígeno removido
herviría y se vaciaría el tanque. Esta maniobra se
prolongó durante unas 8 horas a 65 voltios. Los termostatos
diseñados para trabajar a 28 voltios no aguantaron y dejaron de
funcionar. Esto provocó un sobrecalentamiento del sistema
estropeando el aislamiento de teflón de la cableria del interior
del tanque. La temperatura se elevó hasta los 540ºC cuando
el límite máximo era de 27º.

Quedaban unos cables desprotegidos de aislamiento dentro de un tanque
lleno de oxígeno líquido. Toda una bomba preparada para
reventar en el momento que por allí volviera a pasar corriente.
Eso pasó precisamente el día 13 de abril de 1970 a unos
300.000 km de la Tierra.
Mal sitio para tener problemas.
NOTA: Esta capítilo así como el resto de esta
serie, no hubiera sido posible sin la ayuda de los libros: "Historia y Tecnología de la Exploración
Espacial" ed. Cockpitstudio y "Houston, Tenemos un Problema" ed.
elrompecabezas de Javier Casado y "Hombres en el Espacio. Pasado,
presete y futuro" ed. Mc Graw Hill de Luís Ruíz de Gopegui.
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